lunes, 3 de enero de 2011

Paisajes de ensueño

El aroma cálido de esa tarde en la zarza, se hacía presente hasta el punto de ser extremadamente agobiante para los visitantes y acogedor para los pueblerinos.  La pequeña brisa veraniega me empujo a cabalgar en mi caballo de ruedas redondas, dirigiéndome hacia algún lugar desconocida aun por mí, con la esperanza de recordar el camino de vuelta a casa. Por el largo y estrecho caminito, yo iba adentrándome en un mundo de destrucción de pequeñas montañitas de arena elevándose esa nubecita casi irreconocible. Al sentir algún que otro ladrido mi corazón se apretaba como un grano de café dejando visiblemente a la tenue luz el miedo que padezco hacia estos animales, aunque los admiro mucho, supongo que por eso será que les tengo miedo…  los arboles dibujaban un mundo de formas quizás geométricas pero harmoniosas a la vez. Todo eso era y es el paisaje breve de mis vacaciones en la zarza, en esas mañanas, con espíritu detective.

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