jueves, 28 de abril de 2011

Armas inconcretas

Se había acabado, estaba saturada de emociones negativas, la angustia la corroía por su interior, intentaba calmarse a sí misma, todo era en vano... Su corazón gritaba desesperación, un grito continuo cada vez más agravado. Sus ojos reflejaban la visión de su interior oscurecido. Las mejillas se mojaban como no lo habían hecho en mucho tiempo. Su propia fuerza la estrellaba contra el suelo flameando una rabia sin fuerzas de ser cultivada. Habían convertido su corazón en un rompecabezas infinito. Sus llantos se podían apreciar desgraciadamente desde muy lejos. En aquel momento, no le importaba nada, se había olvidado de todo, se quería liberar, tenía un peso demasiado complejo sobre ella. Su pensamiento, era caótico, tanto que no pensaba en nada más que conseguir la respuesta al ¿por qué? No entendía cómo había podido
pasar. Ella intentaba ser perfecta en todos los aspectos, lo amaba tanto...
Las horas pasaron, continuaba allí en el suelo, sus gritos se volvieron inexistentes, se había rendido. Tenía los ojos empañados por las lágrimas, ahora sin circuito y disparaban anhelos de perdición. Nada era importante ya. Se intuía que observaba la pared oscura por la negrura de la noche. Recordaba todos los buenos momentos que sin ser intencionados habían vivido.
Todo lo que habitaba en ella ya era recuerdo. Un recuerdo sucio, pero sencillamente hermoso. Su identidad se basaba en las vivencias a su lado, todo el amor que habían vaciado tanto él como ella. Todos los recuerdos eran buenos, con grandes esfuerzos intentaba buscar alguno que hubiera roto la monotonía del positivo. Imposible, esto todavía le dificultaba más encontrar una explicación del fin de todo aquello. El tirabuzón tensaba hacia un final sin corte concreto. Él había sido desde hacía mucho, mucho tiempo su vida, no recordaba en ningún momento la soledad. Tenía miedo, estaba asustada. Poco a poco iba buscando con éxito adjetivos para su sentimiento, aunque ni ella entendía el significado de aquel dolor tan fuerte. Un dolor no concreto, que se expandía hacia todas partes y hacia ningún lugar.  Sus párpados con un impulso inconcreto descendieron, sintiendo un aire de agotamiento incontrolado. Ahora conseguía descansar por breves horas, al despertarse continuaría el dolor resfriado, dejando brotar la rabia infinita como arma. 


1 comentario:

  1. Esta vez me parece que el relato describe un desengaño amoroso. Muy intimista. Destila dolor y sufrimiento. En ese estado tan pesimista el protagonista de la historia no piensa que el tiempo mermara ese dolor. Salva.

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