sábado, 11 de diciembre de 2010

El viaje

Ring, ring. El despertador sonando. Mi madre con sus singulares gritos de buenos días, ya estaba al pie del cañón, para que me levantara.
Se nos hacia tarde, nos teníamos que ir. Una sensación de calor abrumante, nos invadía por completo a todos, desde ese punto de vista era impensable coger el coche, para pasarse, más de nueve horas que, sin quererlo, se hacían interminables, pero, a la vez, la ilusión de todos hacia que esto fuera fácilmente comestible. Me dormí, para no escuchar los murmullos de mis familiares. En ese momento mi sorpresa desbordaba,  Valladolid era lo que yo veía en mis ojitos, el anhelo de todo un año estaba a punto de ser palpable.
La música del coche no paraba de sonar, eso significaba que el ritmo del coche no quería ser diferente.  Mis ansias estaban tan presentes en mí hasta el punto de no poder dejar ni por solo un momento de mirar la carretera. El sol se estaba despidiendo de nosotros cuando por fin esa carretera “me sonaba” y un –mira marina, ia estem a Vitigudino! ( ¡mira marina ya estamos en Vitigudino!) entraba dentro de mi pequeña oreja. Minutos más tarde,  un giro, mirada adelante, y felicidad, era todo lo que yo sentía, si si, ya estábamos en la carretera del pueblo.
Descargar el coche, limpiar la casa, y a disfrutar de unas vacaciones con la familia en mí pueblo pequeño pero gran pueblo: LA ZARZA DE PUMAREDA.

3 comentarios:

  1. En esta blogosfera últimamente se ha detectado un contagio que viene acompañado de fiebre, de calentura, o mejor dicho, de literatura. El cambio de Marina en su blog, es una muestra. Esta jovencita, si sigue así, algún día puede llevarse el Planeta, Nadal, Cervantes y hasta el mismísimo Nobel; lo mismo que los otros compañeros literatos de nuestro Rincón bloguero, rincón que da y dará mucho que hablar y escribir. Tiempo al tiempo.

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